lunes, 10 de noviembre de 2008

Shara


Naomi Kawase es una de las directoras más talentosas y sensibles del nuevo cine japonés y Shara ?que se estrena con copias en fílmico en siete salas argentinas? es el mejor de los cuatro largometrajes y de la gran cantidad de videos y de diarios íntimos de menor duración que conforman una exquisita carrera iniciada a principios de los años 90.
Que Shara tiene múltiples connotaciones autobiográficas (casi confesionales) no es una novedad desde el momento en que está rodada en Nara ?ciudad natal de la directora de 39 años? y la propia Kawase (embarazada en el momento del rodaje) se reserva un papel esencial como una madre que da a luz en un parto natural en cámara.
El film tiene un planteo inicial inquietante (la absurda, inexplicable desaparición de un niño), pero luego de ese prólogo desgarrador la historia familiar avanza varios años y se va convirtiendo en un retrato luminoso, emotivo y catártico en el que el dolor, el duelo, la desorientación y la culpa se irán disipando para abrirle paso al baile, la música, la solidaridad, el despertar sexual y la vida.
Kawase ?que junto con Kore-eda Hirokazu se ha convertido en una de las más interesantes observadoras de la sociedad japonesa? parece una heredera de Yasujiro Ozu, aunque sus estilos no se parezcan en nada: al plano fijo y al narrar pausado del gran maestro nipón, ella le opone una puesta en escena urgente, trabajada a partir de largos y virtuosos planos-secuencia que siguen y observan muy de cerca a los personajes.
Película-antídoto
La película muestra las contradicciones entre tradición y modernidad (las casas típicas, los bailes tradicionales y los kimonos conviven con la música electrónica o los carteles de Versace) y combina las vivencias de los padres del niño que se ha "esfumado" con las de su hermano, al que también le cuesta desprenderse de tanto dolor, mientras empieza a relacionarse con una compañera de colegio, y con las de los fieles vecinos que están siempre presentes para ayudarlos.
En una de las escenas más bellas del film (y del cine de los últimos años), Kawase filma las coloridas danzas del festival callejero de Basara, mientras un inesperado diluvio convierte al evento en un desfile de proporciones épicas. Además de la belleza visual, Kawase trabaja las distintas capas de sonido, los climas y la intimidad de los personajes con una ductilidad que por momentos remite al cine de la argentina Lucrecia Martel.
Concebida a contramano del vértigo y de la obviedad de buena parte del cine contemporáneo, Shara es una película-antídoto que, a partir de la sutileza y la emoción, apuesta a transmitir los sentimientos más profundos de las relaciones humanas, sin necesidad de explicarlo todo. Está en la capacidad emotiva e intelectual del espectador completar lo que propone esta notable directora japonesa.

1 comentario:

lucho dijo...

>Como me gustan las ponjas!